Cuando toca plantearse una reforma de nuestra vivienda o la construcción de una nueva, uno de los puntos clave es la elección de las ventanas que colocaremos. No hablamos de su tamaño o del lugar de colocación de las mismas, sino del material de fabricación de la carpintería. En muchos casos nos acabamos decantando por una u otra opción en función de falsos mitos y medias verdades que se han ido cociendo en el subconsciente general a lo largo de los años. En Aluminios Cabeal vamos a exponer algunas de las cualidades de los dos principales materiales que trabajamos y que más se emplean en los perfiles de ventana: el PVC (policloruro de vinilo) y el aluminio.
A nivel de acabado estético la elección de una u otra opción irá siempre muy ligada a las percepciones personales de cada uno. Pero sí es cierto que existen una serie de cualidades que pueden hacer que nos decantemos por uno u otro material en relación a las funcionalidades estéticas. Así, partiendo del hecho de que el acabado estándar del PVC sería en blanco y en aluminio el color metálico, se suelen asociar por un lado a viviendas más clásicas el PVC y a perfilerías de ventanas en diseños más modernos el aluminio. Pero no debemos cerrarnos a esa percepción inicial:
Existe una amplia gama de colores, si bien es cierto que no alcanza la versatilidad del aluminio. En cualquier caso, prácticamente cualquier acabado, sea rústico o moderno, se puede conseguir con PVC. El perfil de la carpintería suele requerir de un grosor importante que da lugar a marcos de ventanas y puertas exteriores con mucho empaque y que suelen casar a la perfección con acabados tipo barrotillo inglés.
Existen muchísimos acabados estéticos en los que apoyarse a la hora de afrontar un diseño de vivienda. Lacados, texturizados, infinidad de colores, imitaciones de madera y otros materiales, incluso carpinterías mixtas de aluminio con otros materiales, las opciones son infinitas. Por lo tanto, la percepción del aluminio como el acabado de las casas modernas es una concepción incompleta ya que se adapta a cualquier estilo por rústico que sea.
Sí es cierto que la carpintería de aluminio suele ser más empleada en edificios vanguardistas debido a su grosor. La perfilería fina y capaz de servir de soporte a grandes cristaleras hace que el aluminio sea idóneo para diseños minimalistas que buscan espacios limpios y sin detalles de acabados.
El actual Código Técnico de la Edificación (CTE) especifica que las ventanas que se instalen en nueva construcción y en reformas deben conseguir un alto nivel de aislamiento térmico, independientemente del material empleado. En ese sentido a la hora de evaluar los distintos materiales para carpintería, deberemos tener en cuenta el llamado aluminio RPT (con rotura de puente térmico), ya que de lo contrario no cumpliría con lo exigido en el CTE. Dada, en cualquier caso, la variedad de perfiles con distintos materiales accesorios y diferente número de cámaras de aire lo ideal siempre es consultar la ficha técnica de la ventana en cuestión. En ella se debe consultar el coeficiente térmico, también llamado transmitancia térmica. Ese coeficiente será la suma de las capacidades aislantes tanto de la carpintería como del cristal, por lo que conceptos como el triple cristal o el cristal inteligente también tendrán aquí incidencia. A continuación detallamos las distintas capacidades aislantes de PVC y aluminio.
El PVC tiene una muy baja conductividad térmica y, de hecho, es considerado un material aislante. Como tal no requiere de componentes añadidos para garantizar una alta capacidad aislante. Los perfiles de PVC, eso sí, suelen estar compuestos por varias cámaras de aire que, unidas a la capacidad aislante del propio material, dan lugar a una carpintería que separa a la perfección el ambiente interior del exterior.
La perfilería y todo el conjunto de ventana no requieren prácticamente de manipulación desde su fabircación más allá de la colocación del cristal. Ello implica que el sellado es prácticamente perfecto dando lugar a una generación de estanqueidad altamente eficiente. De igual manera, se minimiza la aparición de pequeños defectos o deformaciones debidas a la alteración del material original.
Debido a su alta conductividad térmica el aluminio requiere de una serie de procesos que hacen que podamos hablar de aluminio RPT. Se instalan láminas de material aislante dentro de la estructura del perfil para conseguir esa ruptura que de otra manera no es posible.
La correcta manipulación e instalación de las ventanas de aluminio para que mantengan su resistencia y durabilidad y eviten además la transmisión de temperatura y la condensación es importante para garantizar la mayor eficacia con este tipo de materiales.
Una de las grandes preocupaciones a la hora de instalar las ventanas y la carpintería correspondiente es la condensación. Comúnmente se dice que una ventana “suda” cuando vemos esas gotas de agua que se hacen presentes en la parte interior de la vivienda. Esto sucede cuando la temperatura es muy diferente entre el exterior y el interior y el agua se hace presente en la parte más cálida, es decir, el interior. La mejor manera de evitar la condensación es que la vivienda se encuentre bien ventilada, ya sea con la apertura de las ventanas diez minutos al día o con algún sistema de ventilación mecánica. Una excesiva condensación puede devenir en un deterioro de paredes, cortinas, etc. Aquí también las matizaciones difieren de un material a otro.
Se trata de un material que, debido a su baja conductividad térmica, no suele generar condensación en perfilería, aunque sí en los cristales. Un perfecto sellado evitaría que se generase agua en el interior de la vivienda.
El gran ataque que siempre se ha lanzado contra las ventanas de aluminio ha sido siempre precisamente el de la condensación. Y es que hasta el desarrollo del aluminio RPT lo cierto es que se trataba de un material que generaba una gran cantidad de humedad interior. De nuevo, al igual que sucede con el aislamiento, el hecho de reforzar de manera solvente la perfilería, dejando correctamente sellada toda la carpintería, supone un encarecimiento pero alcanza un rendimiento prácticamente igual al del PVC.
Tanto en uno como en otro caso el mantenimiento que requieren las ventanas de Aluminio y de PVC es prácticamente nulo. Con lavados ocasionales con agua y jabón y un correcto mantenimiento de herrajes y cristales la durabilidad de ambos materiales es suficiente para acompañar la vida útil de una vivienda. Sin embargo conviene tener en cuenta ciertas condiciones que afectan a cada una de las variantes.
Se trata de un material muy longevo que da lugar a unas condiciones de resistencia a las inclemencias del tiempo, desde el asoleamiento hasta la lluvia ácida, que lo hacen permanecer inalterado.
Existía en torno a las ventanas de PVC un falso mito que venía a decir que el PVC blanco amarilleaba con el paso del tiempo. Un argumento que se puede comprobar como equivocado echando un vistazo a cualquier vivienda con ventanas de este tipo con una longevidad de más de 10 años.
Los ingletes, o esquinas de los perfiles y cuadros de las ventanas de PVC suelen ir soldados, lo cual supone que estemos hablando, a efectos prácticos, de prácticamente una sola pieza. Esto hace que la posibilidad de desgaste y deterior por el uso disminuya.
El aluminio en sí puede tener un deterioro a nivel estético debido a posibles rayajos o marcas. Ahora bien, si el acabado estético que se ha dado a la carpintería es de buena calidad sirve de barrera protectora para el metal.
Como ya hemos venido comentando, para obtener la capacidad de rotura de puente térmico es necesario que las ventanas de aluminio pasen por una serie de procesos de modificación de sus cámaras de aire y de inclusión de materiales aislantes en su estructura. Ello da lugar a posibles alteraciones de esos materiales “exógenos” que, si no se han incorporado de manera correcta, puedan acabar modificando la disposición y estructura de la carpintería dando lugar al deterioro de la misma.
En cuanto a los ingletes, en este caso se colocan de manera mecánica (con escuadras y tornillos), lo que añade un componente más a la perfilería que, de nuevo, si no se ejecuta de manera correcta, puede acabar derivando en problemas de hermeticidad con el paso del tiempo.
Puede que sea un factor determinante para muchos, aunque quizá no tanto. Y es que de punto de partida se toma la referencia de que la carpintería de PVC es un 10% más cara que la de aluminio RPT estándar. Sin embargo, si queremos ventanas de aluminio tratadas y selladas con el cuidado y la profesionalidad debida para equipararse al PVC en niveles de aislamiento y hermeticidad nos encontraremos con que la carpintería de aluminio no sólo se iguale, sino que también supere en precio a la de PVC.
En cualquier caso, cada persona para su vivienda valorará cuál es el material que mejor cumple sus necesidades. Quizá sea el versátil aluminio, cuya adaptabilidad estética y estructural debida a su ligereza la convierten en ideal para cualquier tipo de vivienda. O, por otro lado, quizá sea el eficiente y cálido PVC, menos adaptable pero de igual manera funcional y bastante versátil.